El Impacto del Ser Humano en el Cambio Climático

Jun 15, 2020 - hace 3 años

La humanidad sin duda se ha encargado de modificar el mundo a su alrededor durante siglos, esto parece algo normal de nuestra naturaleza. Sin embargo, ninguna huella en el mundo ha sido tan relevante y profunda como la que hemos dejado desde la revolución industrial, pues hasta ese momento, en la historia de la humanidad los niveles de dióxido de carbono en la atmosfera habían permanecido estables, pero desde ese punto su crecimiento fue exponencial. Nuestra dependencia de los combustibles fósiles, el rápido crecimiento de la población y la destrucción de los bosques, selvas y otros sumideros de carbono han conseguido generar un impacto substancial en los niveles de carbono en la atmósfera, niveles que no se habían visto en el mundo hace millones de años, generando un impacto directo en las temperaturas y el clima en el planeta.

El incremento en el dióxido de carbono en la atmósfera es el principal contribuyente del cambio climático y la solución en teoría es simple, dejar de producir dióxido de carbono y restaurar el equilibrio. Podría decirse que esa es la palabra clave aquí, EQUILÍBRIO, un concepto que la naturaleza tiene muy claro y por el contrario el ser humano parece empeñado en destruir. En este caso hablamos del equilibrio del ciclo del carbono en la atmósfera.


La explicación de este ciclo de la manera es simple es la siguiente: existen procesos naturales que generan dióxido de carbono, como por ejemplo la respiración de los seres vivos o la descomposición de estos cuando mueren; del otro lado existen procesos naturales que absorben ese dióxido de carbono presente en la atmósfera realizados por plantas, bacterias y algas, que lo absorben y lo transforman. La naturaleza ha logrado balancear este ciclo durante millones de años, un concepto al que los científicos llaman Equilibrio Dinámico. Los seres vivos se van adaptando lentamente a los cambios que van surgiendo a lo largo de estos periodos, sin embargo, cambios bruscos como los producidos por el ser humano, pueden generar un gran impacto en los organismos y ecosistemas adaptados a vivir en ese equilibrio.

La pregunta es ¿de dónde proviene esa cantidad de dióxido de carbono que está desequilibrando todo el sistema?. La respuesta es simple, ese carbono siempre estuvo aquí en la tierra, lo que sucede es que durante miles y millones de años estuvo atrapado debajo de la superficie. Los organismos que durante millones de años habitaron la tierra morían y gran parte de ellos quedaron enterrados. La descomposición de sus cuerpos, constituidos en gran parte de carbono, en vez de dispersarse en la atmósfera quedó atrapada en depósitos debajo de la superficie, hasta que el ser humano descubrió que esta era una fuente barata de generar energía y comenzó una carrera para extraer tanto como fuera posible.

El mundo, ya adaptado a unos niveles de carbono y en un equilibrio casi perfecto, tuvo que recibir en un corto periodo una gran cantidad de carbono que sin la acción del ser humano seguiría preso en las entrañas de la tierra. Por eso algunos científicos han denominado a esta época Antropógeno, la era geológica cuando la actividad humana es la influencia dominante en el ambiente. Actualmente la quema de combustibles fósiles le agrega unos exorbitantes 9,5 billones de toneladas de carbono a la atmósfera.

Pero la influencia del hombre no termina ahí, porque además de contribuir con la cantidad de carbono en la atmósfera, hemos atacado el ambiente de otras maneras, impactando negativamente su capacidad para lograr equilibrarse. Las selvas, los bosques, manglares, las formaciones coralinas, los océanos y otros ambientes naturales son sumideros naturales de carbono, pero el ser humano, por diversos motivos, ha disminuido radicalmente estos entornos naturales dificultando todavía más la capacidad del medio ambiente de lograr un equilibrio.

Nuestro tercer impacto, en parte indirecto, se da porque nuestras acciones han generado un aumento progresivo de las temperaturas en toda la tierra y efectos climáticos cada vez más extremos. El impacto real de este cambio es que muchos de los sumideros naturales de carbono no se logran adaptar a estos cambios a la velocidad tan apresurada en la que están ocurriendo, lo que amenaza su supervivencia y afecta directamente la capacidad del entorno de continuar absorbiendo CO2. Este problema climático y ambiental parece una bola de nieve difícil de contener.

Autor: Equipo Mi Huella de Carbono

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